Las madres sostienen las manos de sus hijos por un rato, pero sus corazones serán sostenidos eternamente por ellas.
Amor de madre
De niños creemos que mamá todo lo puede, que no siente cansancio, que no sufre, esa imagen que guardamos de ella con el tiempo no coincide con la que vemos al pasar los años. Entonces descubrimos que mamá también sufre, se cansa, está triste, no tiene fuerza, calla ocultando el dolor.
La vemos como un héroe sobrevivir a grandes tragedias, llevarnos de la mano para mostrarnos siempre lado más bello de la vida. De niños no entendemos sus lágrimas, de adultos nos preocupan o no las comprendemos.
Así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos fuertes, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor, ella también nos necesita.
Por eso debemos detenernos, observarla, abrazarla y hacer que sienta que estamos allí, que nos importa, que es valiosa, y de esta forma regresar a ella el más hermoso sentimiento que nos enseñó, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales, pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio: El Amor.
Referencia: Graciela Hege
Escribir comentario