La muerte de un hijo

La muerte de un hijo nos pone en una situación límite, es decir, encuentras tu vida limitada por el destino, por el acontecimiento del destino.

Las personas que formamos renacer debemos colocarnos más allá del límite, porque todo límite en realidad es una frontera. Hay una demarcación, hay algo adentro del límite y hay algo más allá de ese límite.

Grupo Renacer, lo que propone, lo que muestra a los padres, es que se puede atravesar, se puede saltar ese límite y en el salto hacia ese límite uno alcanza su verdadera humanidad.

Quedarnos dentro de esos límites es una tristeza infinita y un hijo que muere merece algo más que un duelo.

Un hijo que muere, merece una transformación interior de los padres. Esa transformación interior es el mejor homenaje a un hijo que está ausente físicamente, pero está presente continuamente en nuestra vida.

Un hijo merece:

Que los padres se hagan personas más solidarias

Más compasivas

 

Más receptivas del dolor de los demás

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